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hojacaduca

La tolerancia I

La tolerancia I Que nada hay tan recto que el hombre no pueda torcer es cosa bien sabida y que no hay virtud que ejercitada con ahinco no pueda transformarse en vicio es reflexión que acaba por brotar en el ánimo de toda mente normalmente constituída.

Tal es, a mi juicio, el caso de la “tolerancia” en ésta Nuestra Muy Democrática España que pretendidamente vestida de las “Luces” que Rousseau encendió hace ya varios siglos, antes parece torero de opereta que divina inspiración.

La tolerancia es ante todo una pública disposición que informa las actuaciones de una sociedad respecto a circunstancias y actitudes que se salen de lo socialmente promulgado como “norma”. Tal disposición supone la existencia de un núcleo normativo de obligado acatamiento y se ejerce respecto a las ideas, actitudes y colectivos que, sin quebrantar tal núcleo normativo, generan una serie de ideologías y normas de conducta diferenciadas que les dan una identidad propia en el seno de la sociedad huesped.

La tolerancia tiene, pues, su ámbito de actuación en cuestiones marginales, no consideradas en un determinado momento esenciales para el funcionamiento del Estado. Se trata, en efecto, de una “virtud pragmática” directamente relacionada con la solidez del edificio estatal.

Un Estado, por ejemplo, que ya no necesita de la religión como instrumento, será tolerante respecto a las manifestaciones religiosas no tradicionales o minoritarias. A medida que los Estados dependen en menor medida de ideologías del signo que fuere, los indivíduos ganan en libertad personal y la tolerancia se convierte, así, en nueva herramienta de cohesión.

Los estados de corte occidental se presentan como fundamentalmente “tolerantes” dado que su funcionamiento depende sólo en muy ínfima medida de capitales simbólicos e ideologías, quedando el indivíduo socialmente integrado en su papel de consumidor. Mediando el dinero como sistema universal de medida, el Estado cuenta con una base sólida en tanto que elemento regulador de la vida económica a través de su control de la moneda.

Tolerancia y Humanismo no serían, por tanto, dos términos esencialmente ligados sino que el vínculo entre aquellos es de naturaleza ideológica y su vigencia variable en función de las circunstancias.

Otra dimensión de la tolerancia es la personal que entra de lleno en el ámbito de la psicología y puede servir como índice para medir la integración del indivíduo en su sociedad, y que difícilmente será por completo concurrente con la “tolerancia social” de que hablaba más arriba. Este aspecto queda para otro día.

3 comentarios

cristal -

hay cosas del texto que no comprendo

lunaaaaa -

la tolerancia...es mas facil cuando es social...que cuando es hacia uno mismooooooo

hadita_sin_bosque -

la tolerancia,virtud deseada.Virtud perdida.