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hojacaduca

Tolerancia III

Tolerancia. El ejercicio del Poder.

Quien es dueño de sí mísmo no necesita ser dueño de nadie.
Existe un poder entendido como ejercicio. Hay quien, provisto de un arma y un entrenamiento busca una causa que poner al servicio de su ansia de dominar. Ellos acostumbran a ser los líderes, las partículas en torno a las cuales se agregan otros con similar problema, menos conscientes que ellos o peor dotados. Y juntos se sienten fuertes y “puros”.
Peligrosa es la fuerza que resulta de la amalgama de carencias y de excesos, porque cada individualidad se reduce a un común denominador de emotividad primitiva y los matices desaparecen en la deslumbrante claridad de Blanco o en las inexplorables tinieblas del Negro, ( macabra comunión en que estamos irremisiblemente condenados a extraviarnos ).
Las partes se sienten inocentes y se creen irresponsables, confundido todo valor en la embriaguez de un momento que sólo exige acción, quemar las naves.
Así la masa ejecuta la sentencia que dictaron el miedo y la lujuria, y los criminales nos podemos seguir sintiendo virtuosos. Todos cuantos participamos creamos las condiciones necesarias, y unos pocos, menos dueños de sí mísmos, menos afortunados o más corruptos, derraman la sangre sobre el conjunto.
La tolerancia es, probablemente, ejercicio de valientes, uno a uno. El linchamiento es la forma que tenemos de participar del poder cuando estamos vacíos. Dentro de nosotros mismos encontraremos en ocasiones que hemos llegado en el cumplimiento de la tarea que otros nos han impuesto mucho más allá de lo que hubiéramos creído posible. Y los tontos se sienten poderosos.